Vosotras, que por
adversidades
y disgustos en lo físico y en lo moral
me
acompañáis hasta ya no poder más.
Resbaláis
por mis mejillas
sin
dejar de poder contener el llanto,
llanto
de emoción, llanto de dolor.
De
cocodrilo se dice de vosotras
cuando
toda persona se expresa
u
oculta con estas la simulación
del
arrepentimiento o pena.
De tanto insistir en brotar por mis ojos,
agudizáis por momentos mi vista,
ya no puedo ver lo que tengo encima.
Sois secreto de contento y descontento,
un desahogo natural de nuestra existencia,
savias llenas de aprendizaje o sin más vidas,
las que sin ti lágrima, yo no expresaría.
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