SIEMPRE
TÚ, MI DAMA
En mi habitual recorrido
del desahogo
a un hombre he observado,
este reposa sentado en un
banco
situado al lado de un
acantilado.
En su rostro, manos húmedas
de limpiar un llanto
descontrolado
me llama la atención.
Pasando
un día junto a él
inquieta
le pregunte;
perdone si le molesto
señor,
¿se encuentra Ud. bien?
inmediato, este del rostro
aparto
sus manos, me miró y
suspiró.
No, no tranquila señorita,
acomódese
a mi lado si a Ud. le
apetece,
Cierto que me verá todos
los días,
pero no se enoje al verme
así jovencita,
si le apetece
escuchar, yo le cuento.
Junto a él, sentada me
quedé.
Mi estar aquí todos los
días
a la misma hora tiene su
porqué.
Aquí, hoy ya contenta,
se encuentra el alma
de mi alegre y querida
dama.
Mire, ¿ve esa nube en el
cielo?,
es su rostro pintado
con delicadeza por Goya,
su pintor venerado.
¿Ve en el mar las olas
pequeñas?,
es ella cabalgando sobre
ellas.
¿Ve el verde moverse por la
brisa?,
es ella paseando sin prisa
a la vez que mi cara
acaricia.
¿Ve esas margaritas recién
salidas?,
es ella en su estación
favorita.
Este banco en el cual me
hallo,
es ella todos los días del
año,
mientras aquí me quedo
reposado
siento sentirla en mi
regazo.
Este, no hace mucho, fue el
lugar
elegido por mi dama para su
marcha,
su descanso y mi eterno
recuerdo.
Mis llantos, mis palabras,
siempre eterna mi amada
dama.
Licencia de autor: 1710204615731 (c)obrasliterariasyolandaff
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