Han
llegado a inquietar mis ojos y asustar la noche,
son las
sombras que tiñen de colores
los
cansados, gemebundos y apenados caminos,
en mi
interior se resguardan los gemidos.
Sombras
que pasean sus envueltos de noche
en mi
pequeña morada se guarecen
avivando
mi tranquila lobreguez,
mi rostro bajo los embozos se esconde.
Dormidas
permanecen en mis ojos cerrados,
sus roídas
tinturas, sus formas y sus señas,
permanecen
en el polvo que manosean.
A la
alborada mi rostro desnudo
observa la
luz de un sol ardiente,
las
sombras en mi estancia desaparecen.
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