Rostro oculto tras el velo,
mirada triste, ojos llorosos,
va pasando el tiempo.
Se aferran los miedos
como si un profundo pozo
la realidad callara
el retumbar del eco.
Triste y dañado está el prado
por las constantes visitas
a los cimientos ya asentados.
Tenues luces iluminan el pasar
de un recorrido silencioso y
sepulcral
hasta el teatro donde los diálogos,
es la música de los allí callados.
Atisba el silente escenario
y acompaña el dormido canto
de los allí apostados.
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